martes, 14 de septiembre de 2010

De provocaciones


Tuve el placer de sostener el otro día una polémica amistosa con Andy y Fernando acerca del pastor de marras que amenazaba con quemar el Corán. Yo convine en que se trataba de una absoluta falta de respeto y de llana y lisa provocación; ahora bien, si el tipo decidiese ponerla en práctica, no creo que la autoridad debiera impedírselo, al igual que no hace nada por imponer respeto o evitar la provocación a otros credos o sensibilidades diversas; salvo, vaya por Dios, al islam, el mayor semillero de terroristas del mundo, quienes pretenden imponérnoslo a sangre y fuego a los infieles.

Y es que, quién lo diría, estos terroristas, y sus promotores y simpatizantes, tienen la piel muy fina, y cualquier cosa les molesta. Nadie dude de que no tendremos que enseñarles dos veces la lección de que, con sus coacciones, son capaces de amedrentarnos. Ahora que parecen haber conseguido que el pastor se eche atrás, la toman con una discoteca de Águilas de Murcia, sólo por llamarse La Meca.

Cedamos en esto, y vayámonos preparando para cuando publiquen su indignación por la exhibición de rostros y cuerpos de mujeres; o con la venta y consumo de alcohol y porcino; o porque en los templos no musulmanes se tome el nombre de Dios en vano; o con Jesús y su madre María —según el Corán—, un profeta del Islam y el ser más puro que haya venido al mundo, respectivamente: así que mucho ojito con labrar sus imágenes, rendirles culto o prodigarles impúdicos gritos de guapo o guapa en la semana santa andaluza. «Un respeto», nos conminará nuestro vecino el ulema, respaldado por una muchedumbre gritona y malcarada. De la sensibilidad, ya se sabe: mientras más atenciones se le deparan, más fina se vuelve.

Mientras tanto, ellos siguen con su proyecto de erigir el monumento a sus mártires suicidas del 11-s. No exactamente en la zona cero, en el punto mismo donde se inmolaron los héroes, porque les habrá sido imposible; mas sí muy, muy cerquita y, oh casualidad, justo donde cayeron restos de uno de los aviones (en la esquina inferior derecha de la imagen, en los números 45 al 51 de la calle Park Place)... Eso sí que es provocar, y además con dos cojones.

5 comentarios:

  1. Painted, si yo fuera el dueño de la discoteca actuaría cobardemente y le cambiaría el nombre ya mismo, lo contrario supondría para mí un sin vivir, el temor de que estos caballeros te la vuelen o le prendan fuego. Es como si tiene una disco en Guetxo que se llame "Viva España". ¿O es que la policía va a proteger especialmente el local, le va a poner un coche patrulla en la puerta?

    No tengo mucha opinión sobre el tema de Nueva York. No sé si la mezquita la promueve una organización musulmana integrista o moderada. No es lo mismo que la haga un grupo que condenó claramente el 11-septiembre o alguien simpatizante. En todo caso, es lo que hablamos de la quema del Corán: levantar ahí la mezquita podrá ser un acto legalísimo, pero demuestra una grave falta de tacto.

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  2. Hemos llegado a un punto en el que nos tienen atemorizados, amenazados... y empezamos agachando la cabeza y poniendoselo todo en bandeja. ¿Pero cómo es posible que Occidente ese atemorizado por esos fanáticos barbudos? ¿pero es en serio que todas las potencias democráticas del mundo esten acojonadas por esa gente?

    Pues lamentablemente así es... no tenemos más que ver el trato de preferencia que tiene el Islam y cómo vamos prestos a cumplir sus exigencias.

    Con respecto a lo de Nueva York, estoy de acuerdo con Fernando.

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  3. Painted, está mañana han informado en la radio de que los propietarios han adoptado la solución prudente y han cambiado el nombre para evitar males mayores. Lo que no han dicho es el nombre nuevo.

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  4. PAINted, Fernando, ¿habéis visto el comite musulmán que ha visitado la discoteca haciendo fotos y examinando toda la decoración?

    Lo que ellos den por bueno se queda, lo que den por malo se retirará... así como el nombre.

    Sin palabras...

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  5. Andy y Fernando: en primer lugar, perdón por no haberos respondido ayer; estuve todo el día fuera de casa y sin ordenador.

    En el colegio, a mí me enseñaron que los moros dejaron de mandar en España el 2 de enero de 1492, cuando Isabel y Fernando entraron triunfantes en Granada. Pero, por lo que voy viendo, pronto tendré que someterme a un cursillo de puesta al día, ya que ahora parece que los establecimientos públicos necesitan su permiso, previa inspección correspondiente, para abrir sus puertas.

    Esto es increíble, vergonzoso, un escándalo mayúsculo... ¿Se imaginan ustedes qué hubiesen dicho El pis, Telahinco, Púbico, La Secta y toda la patulea si, en vez de una caterva de moros, hubiese inspeccionado la discoteca un comité del obispado? Nacionalcatolicismo, clerofascismo, teocracia, oscurantismo de otro tiempo habrían sido las calificaciones más suaves que hubiéramos oído.

    Vale que los propietarios del local no sean el Cid Campeador, y sólo aspiren a dedicarse pacíficamente a su negocio, cosa natural. Pero si en España queda un adarme de dignidad, todo ciudadano debe manifestarse en contra de la coacción de que han sido víctimas; y no estaría de más que el delegado del gobierno, o el ministro del Interior, anunciasen protección especial para todos aquellos que reciban amenazas semejantes.

    Pero me temo que eso no lo verán nuestros ojos. Por lo pronto, casi me doy por contento si Rajoy no suspende su proyectada visita a Melilla.

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