lunes, 13 de septiembre de 2010

James McIntyre, poeta del queso


Los poetas han cantado al amor, a la vida, a la muerte, al paraíso perdido, a los muros de la patria mía, a la noche oscura del alma y a un sinfín de cosas; pero, hasta donde yo sé, ninguno, salvo James McIntyre (1828-1906) ha consagrado su estro a entonar las loas del queso, muy principalmente, y en ocasiones, de otros lácteos. Por increíble que parezca, con esta temática y otras parecidas compuso nuestro autor dos poemarios: Musings on the Canadian Thames («Meditaciones en el Támesis canadiense», 1884) y Poems of James McIntyre (1889); los cuales le valieron no poca fama, aunque menos fortuna, y todavía menor aprecio de la crítica.

A modo de introducción a la obra de McIntyre, amable lector, le invito a recitar en alta voz mi humilde versión de Ode on the mammooth cheese weighing more than 7,000 pounds:

Oda al queso mastodóntico de más de 3.000 kilogramos de peso
por James McIntyre

Os contemplamos, rey del queso,
reposar feliz vuestro peso,
la brisa os da su dulce beso,
lejos de vos, moscón avieso.

Iréis muy lleno de abalorios
a la gran feria del villorrio;
de damas tremendo jolgorio
causaréis por todo el Ontario.

Vacas copiosas cual abejas,
o cual en tejados las tejas,
por vos ordeñaron anejas;
nadie con vos corre parejas.

Volved sin una sola tara,
pues el buen Harris se prepara
a enviaros por tierra y mar para
París, mundial feria preclara.

Oh, del mozo habéis de guardaros,
que no ose rudo manosearos,
la tersa mejilla arrancaros:
mis loas yo no podría cantaros.

De un gran aerostato pendiente,
Daríais una sombra tan ingente;
«¡la luna!», gritara la gente,
«¡se cae y nos chafa de repente!»


Espero que lo disfruten. Por cierto, la falsa rima del último verso de la segunda estrofa está en el original, donde para conseguir la rima hay que pronunciar el topónimo Toronto a la francesa, con acento en la última sílaba. Ésta y otras composiciones de McIntyre, como la fabulosa Dairy ode pueden leerse en su idioma original aquí.

4 comentarios:

  1. "Oh, del mozo habéis de guardaros,
    que no ose rudo manosearos,
    la tersa mejilla arrancaros:
    mis loas yo no podría cantaros."

    Ese mozo bien podría ser yo... jajaja.

    Muchísimas gracias PAINted por traernos en exclusiva la traducción del poema (que los entendidos saben que no es cosa fácil el traducirlos por el tema de la rima)

    PD: ¿Se ha enterado usted de lo de Zapatero y los parados que realizan algún tipo de cursillo?

    A mi me recuerda a cierta canción, ¿cómo era? ¡ah si! "sombra aquí, sombra allá, maquíllate, maquíllate!

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  2. Querido Andy, gracias a usted por leerlo y comentarlo. Y, sí, me consta su afición por el queso, bien pudiera hacer de McIntyre su poeta de cabecera, jeje.

    En cuanto a Zapatero, se ha limitado a justificar el maquillaje sistemático que sufren las cifras del desempleo desde hace años; esto es, lleva años queriendo engañarnos también en esto; sólo que ahora, encima, nos vacila. El tipo nos toma por tontos; pero lo peor de todo es que parece estar en lo cierto; o, de lo contrario, no se explica qué hace todavía al frente del gobierno.

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  3. Muy buena traducción, felicidades, si ya es difícil traducir prosa mucho más hacerlo con una poesía.

    Me hizo gracia lo de Ontario: fui al texto original, a ver si también allí se mencionaba o si habías tenido que buscar otra ciudad. Efectivamente, en el original es Toronto, no sólo hay que cambiar las terminaciones, también los lugares.

    La idea de un queso de 3.500 kilos es sobrecogedora, inmensa, como en una pesadilla o en un cuadro de Dalí. Me recordó una expresión que se usaba antes, cuando se producía demasiada leche en la Comunidad Europea y se hablaba de "montañas de mantequilla", era una imagen tan mareante como la de este queso.

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  4. Muchas gracias, Fernando, me alegro de que le haya gustado.

    La traducción de poesía es sin duda la más difícil, porque no queda más remedio que, o prescindir del metro y de la rima, o alterar el contenido más que en otros géneros literarios. Yo me inclino antes por lo segundo, pero no caprichosamente, por supuesto, sino con el intento de conservar las imágenes, que no las palabras, lo más intactas posible. En el caso de Ontario, que daba más juego para la rima falsa, he tomado —digamos— el todo por la parte, puesto que Toronto no es sino la capital de ese estado del Canadá.

    Y, si la imagen de un queso de 3.500 kilos le suscita vértigo, prepárese para la versión que acabo de empezar de Prophecy of a ten ton cheese («Profecía de un queso de diez toneladas»).

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